Fragmento del sueño de un ángel

Cuando ascendí salí de mi cuerpo hecho de huesos, piel y células; como si se tratase de una cárcel y una lagrima cayo de mis ojos, nostálgica pero feliz del mundo que dejaba atrás después de tantas vidas.

En un principio ascendí rápido y emocionada, tenia alas enormes de cristal etérico brillante hechas de energía y así observe el mundo desde arriba.

De pronto algo me detuvo, era una especie de peso, una angustia retenida en mi pecho y espalda; recordé que había fallecido, no como alma, sino como mi última encarnación humana en la tierra.

Con un sentido de responsabilidad volví hacia mi cuerpo, lo observe con compasión y allí recordé aquella vida, seres y espacios que comenzaba a dejar atrás, no era difícil para mí este proceso.

De pronto otro dolor punzante atravesó mi pecho, era un dolor ajeno, no me pertenecía; sin embargo, me encadenaba hacia la tierra.

Escuche llantos y sentí el dolor de aquellas personas relacionadas a esta última encarnación.

Me acerque a cada una de estas almas, las observe, intente abrazarlas, hablarles y entendí que ese no era mi dolor y que si no me dejaban ir yo debía de hacerlo, para seguir con mi evolución en este proceso de ascensión.

Por lo tanto bese en la frente a cada ser de esta ultima encarnación, incluyendo a mi cuerpo ya sin vida.

Cuando pude despedirme sin dolor volví a ascender rápidamente hacia el espacio astral justo arriba de la tierra.

Observe bien esta tierra, la rodee con mis alas con amor, agradecimiento, comprensión y compasión por todo lo existente en ésta, amando a cada ser y espacio sin importa nada.

Fui recordando todas mis esencias de cada vida, de cada espacio y de cada tiempo; y así me eleve sin apegos hacia el universo infinito.

Hable con el espíritu divino, con los ángeles, con los unicornios, con todos los seres mágicos y con el polvo de estrella que tiene vida; extendí mis alas y fui una con el todo, fui libre, me expandí, y me convertí en un ángel cristalino para otros seres.

La buena noticia es que esta vez no estaba sola, otros seres afines me acompañaban en este proceso de evolución divina.