Regresan aquellos que jamás se fueron,
que habitaron este plano, alimentando nuestros sueños.
Hoy vuelven a ser parte de algo más que un recuerdo
regalando una vez más la dicha de su compañía.
Por ellos he dejado flores, viandas y un retrato.
En cambio ellos dejaron al hombre que hoy a su imagen se aferra.
Les confieso responsables de mis logros, mis alegrías y mis risas.
Culpo a ellos por limpiar mis lágrimas y lamer mis heridas.
Hoy que vuelven quiero estrecharles con todas mis fuerzas.
Como nunca he dejado de estrechar su memoria contra el pecho.
Su sabiduría me acompaña a cada nuevo paso, hoy que he dejado tras de mí sus huellas.
Por eso dedico mis versos, mis triunfos y esfuerzos, por honrar su fatiga al forjar este manojo de barro.
Sus nombres conmueven, empujan y alientan con la misma fuerza que antaño sus palabras.
Si tuviese en la vida un solo deseo, sería que se queden un millón de noches después de esta.
Ver sus ojos brillar, escuchar de su boca mi nombre. Sentir su aroma en la brisa circundante.
No queda más que agradecerles por todo lo vivido.
Por brindarme en su corazón siempre techo y abrigo.
Sepan que en mi vida son todo, tanto como los vivos.
Que su amor es el mismo que hoy replico.
Quedo por siempre atado a su memoria, por ello las flores, las viandas y retratos.
No por anhelo, sino remembranza, por compartirles esta noche con quiénes no tuvieron la gracia que yo,
de vivir en carne propia todas esas historias que hoy dan calor a mi corazón.